13 de julio de 2011
John
Una parte de mí quería ser aceptado por todas las facetas de la sociedad y no ser el músico bocazas y lunático que soy. Pero no puedo convertirme en algo que no soy. Dada mi actitud, los padres de los otros chicos reconocían instintivamente lo que yo era, es decir, un alborotador. Sabían que no iba a ser un conformista y que influenciaría a sus hijos, que es lo que luego sucedió realmente. Hice todo lo posible por causar problemas en la casa de los amigos que tuve en parte por envidia, porque yo no tenía eso que llaman hogar. Aunque en realidad lo tenía. Habían cinco mujeres que eran mi familia. Cinco inteligentes y fuertes mujeres. Cinco hermanas. Aquellas mujeres eran fantásticas. Esa fue mi primera educación feminista. Una de ellas resultó ser mi madre. No sabía como enfrentarse a la vida. Tenía un marido que se escapó a la mar en medio de una guerra y no podía conmigo. Por aquel entonces yo tenía cuatro años y medio. Al final acabé viviendo con su hermana mayor. Aquel conocimiento y el que yo no estuviera con mis padres me hizo ver que los padres no son dioses.